La vida de Daniel cambió radicalmente a sus diecisiete años. Criado como miembro de la nobleza judía, este adolescente hebreo fue capturado y llevado cautivo al país de Babilonia, donde gobernaba el rey Nabucodonosor, cuando su cuidad, Jerusalén, fue conquistada.
Poco después de su llegada, Daniel, tres de sus amigos y un grupo de otros jóvenes miembros de la familia real judía y la nobleza, fueron entrenados en el palacio del rey. Este entrenamiento duraba tres años y capacitaba a los graduados para servir en el palacio del rey Nabucodonosor.
El entrenamiento comenzó dramáticamente cuando Daniel y sus amigos se negaron a comer la comida y beber el vino del rey que eran proporcionados a los aprendices del palacio. Criados como judíos ortodoxos, los cuatro jóvenes no estaban dispuestos a contaminarse con alimentos grasosos e impuros que habían sido sacrificados a los ídolos.
Daniel solicitó que él y sus amigos estuvieran exentos de comer estos alimentos, pidiendo en su lugar una dieta muy sencilla de verduras y agua. Inicialmente, su petición fue resistida. El oficial a cargo del cuidado de los cautivos temía que permitirles desviarse de la dieta del palacio le costara su propia vida. Daniel persistió y pidió que se les permitiera comer una dieta simple durante un período de prueba de diez días. La salud de Daniel y sus amigos podría luego ser comparada con la de los otros aprendices que comían comidas grasosas y bebían vino.
Como después de diez días Daniel y sus amigos se veían más saludables que los demás aprendices, se les permitió continuar con su dieta sencilla durante el resto del entrenamiento.
Al final de los tres años de entrenamiento, el propio rey Nabucodonosor examinó a cada uno de los aprendices y descubrió que Daniel y sus tres amigos eran diez veces más sabios que sus compañeros.
No tuvieron mucho tiempo para disfrutar de esta victoria. Poco después, el rey Nabucodonosor tuvo una pesadilla que lo perturbó mucho. El gobernante babilónico no podía recordar los detalles de su sueño, por esto convocó a sus sabios exigiendo que le dijeran lo que había soñado y su significado.
Los sabios hicieron que el rey se enojara porque no pudieron contarle su sueño. El impulsivo rey ordenó que todos los sabios fueran ejecutados. Lamentablemente, Daniel y sus amigos acababan de recibirse como sabios.
Daniel se acercó al enfurecido rey y le dijo que Dios podía revelarle su sueño. Eso es precisamente lo que sucedió. Dios reveló tanto el sueño como su interpretación a Daniel. El joven hebreo le dijo al rey Nabucodonosor que había soñado con una gran estatua. Las diferentes partes de la estatua simbolizaban reinos futuros, que gobernarían en diferentes períodos de la historia del mundo.
Daniel explicó que la cabeza de oro de la estatua representaba al reino de Nabucodonosor - (el imperio neo babilónico gobernó el mundo desde el 612 hasta el 539 AC). Según el joven hebreo, el pecho y los brazos de plata de la estatua representaban al imperio Medo-Persa - (que se convertiría en la próxima potencia mundial dominante desde el 539 hasta el 331 AC).
El vientre y los muslos de bronce representaban otra gran potencia, Grecia, que iba a gobernar del 331 al 168 AC. Luego, las piernas de hierro de la estatua fueron descritas como un símbolo de Roma, el imperio que conquistó a los griegos en el 168 AC y dominó al mundo con una voluntad de hierro hasta su caída en el 476 DC.
La estatua también tenía pies hechos de hierro y arcilla (representando los reinos divididos de Europa que nunca han alcanzado la unidad). Al final del sueño, una roca (que simboliza el reino eterno de Dios) destruía la estatua y permanecía para siempre.
Como Daniel logró explicarle al rey Nabucodonosor su sueño y el significado, todos los sabios se salvaron. Daniel impactó tanto al rey babilónico que este lo promovió, dándole el cargo de gobernador de toda la provincia de Babilonia.
Más tarde en su reinado, el rey Nabucodonosor tuvo otro sueño, que nuevamente le pidió a Daniel que interpretara. El sueño era acerca de un enorme árbol que, a pesar de su magnífica apariencia, era talado dejando solo el tocón.
A regañadientes, Daniel debió revelar que el árbol representaba al rey, y cómo sería cortado y reducido a vivir con animales salvajes. Entonces, Daniel le dijo al rey que permanecería en este estado hasta que estuviera dispuesto a reconocer que no hay nadie más grande que Dios.
La lucha de siete años del rey Nabucodonosor contra la locura comenzó cuando el rey presumió acerca del éxito de Babilonia, pese a las advertencias de Daniel. El monarca babilónico vivió durante siete años entre los animales salvajes, sufriendo de una psicosis severa durante todo este período. Su cabello creció tan largo como plumas de águila y las uñas de sus manos y pies parecían garras.
El rey dejó de vivir entre las bestias cuando reconoció que Dios es más poderoso que cualquier rey y que “es capaz de humillar al soberbio.”
El rol de Daniel en Babilonia abarcó los reinados de sucesivos monarcas, incluyendo al nieto del rey Nabucodonosor, Belsasar. Hubo una ocasión memorable en la que el rey Belsasar celebró una fiesta lujosa para mil miembros de la élite babilónica. No se ahorraron en gastos. Platos de oro y plata, saqueados del antiguo templo de Jerusalén, se utilizaron para servir bocadillos. Durante la fiesta apareció una mano misteriosa y los dedos escribieron en la pared del palacio.
Aterrorizado, el monarca inmediatamente aceptó la sugerencia de la reina madre y convocó al sabio Daniel para interpretar el significado de esta escritura. Daniel le dijo al rey que había fallado en comprender la lección de humildad que Nabucodonosor había aprendido. Le dijo a Belsasar que había profanado las copas sagradas del templo y había rendido culto a objetos inanimados e inútiles, en lugar de al Dios verdadero.
Luego, Daniel interpretó las palabras hebreas Mene, Mene, Tekel, Parsin. Dijo que Mene quería decir que Dios había contado los días del reino de Belsasar y le estaba poniendo fin. Tekel significaba que el monarca no había demostrado ser un gobernante digno o humilde. Finalmente, Peres (la forma singular de Parsin) significaba que Babilonia caería y se dividiría entre los medos y los persas.
No mucho después de que Daniel entregara este terrible mensaje, Darío el Medo invadió Babilonia y Belsasar fue asesinado esa misma noche.
Daniel continuó recibiendo el favor del rey durante el reinado del rey Darío. Su gran respeto y estima por este hebreo despertaron la envidia de otros funcionarios. Ellos elaboraron un plan para eliminar a Daniel, convenciendo a Darío que promulgara una ley que establecía que nadie podía orar a ningún otro ser más que al rey.
Cualquiera que no obedeciera la ley sería arrojado a los leones y devorado. Esto resultó ser un problema para Daniel, quien era conocido en Babilonia por orar públicamente a Dios tres veces al día. Sin embargo, Daniel se mantuvo fiel a su fe y continuó con su hábito de oración. Fue arrestado y juzgado, para gran consternación del rey Darío, quien se dio cuenta demasiado tarde de las intrigas y maquinaciones de sus funcionarios.
Antes de que Daniel fuera arrojado al foso de los leones, el rey oró pidiendo que el Dios de Daniel protegiera a su valioso funcionario y consejero. Después de una noche de insomnio, el rey corrió al foso de los leones ansioso por descubrir si Daniel había sobrevivido.
Milagrosamente, Daniel había sobrevivido y le dijo al rey que Dios había cerrado la boca de los leones. El rey Darío se llenó de alegría al descubrir que Daniel había sobrevivido esta terrible experiencia e inmediatamente lo sacó del foso. El ordenó que los acusadores de Daniel fueran arrojados a al foso de los leones, donde fueron devorados inmediatamente. Entonces, el rey emitió un decreto a cada nación del mundo conocido declarando que el Dios de Daniel debía ser respetado.
Daniel sirvió fielmente a los gobernantes y a la gente de su tiempo, hasta llegar al final de su vida. Tal vez su mayor contribución fue la perspectiva que proporcionó con respecto a los eventos del futuro. Él logró esto interpretando mensajes que Dios le había dado a otros, así como también transmitiendo visiones y sueños que recibió personalmente de parte de Dios.
En contraste con los días de gloria bajo el rey David, el pueblo de Dios había sido derrotado al inicio de la historia de Daniel. Pero Dios fue fiel de todas maneras con ambos hombres.
Daniel y José vivían vidas ejemplares y piadosas, incluso cuando estaban lejos de casa. Dios los bendijo, permitiendo que estos héroes dieran testimonio de Él ante ricos y poderosos. Dios los bendijo, permitiendo que estos héroes dieran testimonio de Él ante ricos y poderosos.
Dios reveló el futuro a través del profeta Daniel tal como lo hizo a través del apóstol Juan.
Quiz de trivia de la Biblia de Héroes: 12 preguntas sobre Daniel
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