David era muy valiente. Fue un luchador desde el principio. Pero antes de matar a un gigante o de liderar ejércitos en batalla, el fue un pastor y protegía a las ovejas que cuidaba. El mató a los leones y osos que amenazaban a su rebaño.
Cuando el profeta Samuel visitó a su familia, durante una misión para encontrar y ungir al futuro rey de Israel, el padre de David, Isaí, ni siquiera pensó en pedirle que volviera del pastoreo. Estaba seguro de que Samuel tenía a uno de sus hijos mayores en mente. ¿De qué le serviría al profeta conocer al joven pastor?
Pero David tenía algo especial desde el principio y Samuel insistió en conocerlo. Al encontrarse con el joven, Samuel ungió la cabeza de David con aceite; esta fue la primera señal visible de que el muchacho estaba destinado para algo grande.
Una batalla en particular le otorgó a David su lugar en la historia: Goliat, el gigante filisteo, había estado burlándose sin piedad de las tropas israelitas durante días; entonces, David se presentó trayendo comida para sus hermanos mayores que habían sido alistados como soldados.
Cuando David escuchó a Goliat insultando a Israel, se indignó y se ofreció a aceptar el desafío propuesto por Goliat: que un soldado israelita se acercara a luchar contra él.
Cuando Saúl, el rey israelita, se enteró que David deseaba enfrentarse a Goliat, se sintió reacio a permitirlo. Pero David estaba decidido. El rechazó la oferta de usar la armadura y la espada del rey, prefiriendo más bien enfrentarse a Goliat con solo una honda y cinco piedras.
El joven giró su honda, apuntando a la frente del enemigo filisteo. Solo hizo falta una piedra y el gigante se estrelló contra la tierra. David corrió, tomó la propia espada de Goliat y le cortó la cabeza. Las tropas filisteas huyeron despavoridas, mientras que ejército israelita las perseguía con renovada confianza.
Sería de esperarse que, después de esta increíble victoria, David se convirtiera en el mejor amigo del rey Saúl. No fue así, aunque le dio a David su propia hija como esposa (a cambio de una espantosa cantidad de prepucios de filisteos, muertos durante uno de los muchos enfrentamientos de David contra sus enemigos). Saúl pronto llegó a odiar la atención que David estaba recibiendo en su nuevo rol como jefe del ejército israelita. La popularidad de David y su talento natural como líder le otorgaron fácilmente el estatus de héroe de Israel y Saúl se sintió profundamente amenazado por ello.
Las noticias de David corrieron como pólvora después de que derrotara a Goliat. Como David continuaba ganando victorias militares, las mujeres de Israel comenzaron a cantar: "Saúl mató a sus miles, pero David, a sus diez miles." El celoso Saúl se enfureció aún más. Un día, mientras que David tocaba el arpa para calmar el temperamento del rey, Saúl le lanzó su jabalina, intentando matarlo.
Con la ayuda del hijo de Saúl y el mejor amigo de David, Jonatán, David se enteró que la ira de Saúl no se aplacaría y huyó a esconderse.
El rey Saúl pasó años persiguiendo a David. En una ocasión, el rey estaba haciendo sus necesidades dentro de la misma cueva donde David se escondía. ¡David avanzó sigilosamente y cortó el borde del manto del rey!
Cuando el desprevenido Saúl salió de la cueva, David lo llamó y le mostró el trozo de tela. Saúl se conmovió porque David no le había hecho daño y ofreció establecer una tregua entre los dos. La paz nunca se consolidó.
Muchas personas eran leales a David y lo ayudaron mientras que huía de Saúl. Sin embargo, Nabal, un hombre rico e influyente, no era una de esas personas. Nabal insultó a David al negarse a darle provisiones cuando el se las pidió.
David estaba furioso y alistó a cuatrocientos de sus hombres para pelear contra Nabal. David fue interceptado por la esposa de Nabal, Abigail, quien junto con sus sirvientes le trajo una generosa provisión de alimentos, sin que su marido lo supiera. Ella le rogó a David que aceptara los regalos y que no derramara sangre.
David quedó impactado por la actitud tan discreta de Abigail. Ella había tratado a David con el respeto debido a un futuro rey. El decidió no atacar a Nabal, después de todo, y envió a Abigail su casa en paz. Cuando Abigail le dijo a Nabal lo que había sucedido, el quedó paralizado de terror y murió. Esto fue considerado como un castigo de Dios. Poco despúes, David le pidió a Abigail que fuera su esposa y se casaron.
Después de la muerte de Saúl durante una batalla, David fue ungido como su sucesor. El rey David luego conquistó Jerusalén. Él trajo de regreso el arca del pacto y estableció su reino, después de haber ascendido al trono.
Un día, mientras caminaba por la terraza de su palacio, el rey David vio a una hermosa mujer bañándose. Atraído instantáneamente, el rey David mandó que la mujer, Betsabé, fuera traída al palacio. Entonces, el se acostó con ella.
Poco después Betsabé, que era una mujer casada, le hizo saber a David que estaba embarazada. En un intento por encubrir el asunto, David mandó que hicieran venir al esposo de Betsabé, Urías el hitita, del frente de batalla, donde estaba sirviendo como soldado en las tropas de Israel.
A pesar de tratarlo con gran hospitalidad e inclusive emborracharlo, David no pudo persuadirlo de que regresara a casa para dormir con su esposa. Urías, un militar concienzudo, se sentía demasiado obligado por su deber como para disfrutar de tal lujo, mientras que sus compañeros arriesgaban sus vidas en el campo de batalla.
Luego, David cambió de planes y envió a Urías de vuelta al campo de batalla con órdenes de que se le colocara en una posición vulnerable durante la lucha. Como resultado, Urías murió.
Las consecuencias del adulterio, el engaño y el asesinato que David había cometido volverían para atormentarlo cuando, tras la muerte de Urías, él tomó a Betsabé como su propia esposa.
Dios estaba disgustado con la manera en la que David había actuado, entonces, él envió al profeta Natán para confrontar al rey. El profeta le contó a David una historia sobre un hombre rico que tomó el único cordero de un hombre pobre para darle de comer a uno de sus invitados. David se enfureció con la historia de Natán y dijo que el hombre rico debería morir por lo que había hecho. Entonces, Natán reprendió a David por sus conducta con Urías, diciéndole que el representaba al hombre rico en la historia.
Como castigo por su pecado, el bebé nacido de David y Betsabé contrajo una enfermedad y murió. Además, Dios le negó a David la oportunidad de construir un templo en Jerusalén.
Agravando la situación, el propio hijo de David, Absalón, intentó derrocarlo del trono. Para escapar de Absalón, David huyó de Jerusalén. El rey no pudo regresar a Jerusalén sino hasta después de que Absalón fuera brutalmente asesinado en batalla.
David regresó a Jerusalén con el corazón apesadumbrado. El continuó gobernando a Israel y eligió a su hijo Salomón para sucederlo en el trono, antes de morir pacíficamente a la edad de setenta años, habiendo reinado durante cuarenta años.
A pesar de sus defectos, David era conocido como un "hombre conforme al corazón del Señor." Después de cada error, el se arrepintió de su pecado y se volvió a Dios. David documentó los altibajos de su caminar con Dios en el libro de los Salmos. La Biblia lo describe como un rey ideal y dice que Jesús mismo vino de su linaje.
Dios honró la lealtad de Rut a su familia y su voluntad de servir. Es sorprendente que Rut, una extranjera, se convirtiera en la bisabuela del rey David.
Así como Potifar trató a José injustamente, Saúl intentó varias veces asesinar a David, pese a su inocencia. Dios elevó a José y a David para que se convirtieran en líderes importantes en momentos críticos.
David fue un poderoso libertador del pueblo de Dios, al igual que lo fue Moisés antes que él. Ambos hombres libraron a Israel de sus enemigos. VER BIOGRAFÍA
Quiz de trivia de la Biblia de Héroes: 12 preguntas sobre David
Mantente al tanto de todo lo que ocurre en el universo de Héroes de primera mano, como noticias del juego, eventos y mucho más.
Copyright ©2023 General Conference Corporation of Seventh-day Adventists. Reservados todos los derechos. | Política de privacida |